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Frustración asesina

Imagino cómo será Imagino un rostro sin nombre tirado sobre la banqueta En mis manos la rabia y la cólera sangre de mis miedos, sangre de su culpa Truenos en la boca, llovizna púrpura el alba cubre mis pies a las dos de la tarde. El fin le llega, me llega, me aparto y huyo No puedo seguir ahí en ese charco de inmundicia Siento las miradas de las almas temerosas, siento que debí contener el río de furia. Cierro y abro los ojos, el espejismo una realidad paralela rota se volca en llanto. Frustración Un rostro sin nombre, una mirada al vacio se llevó la alegría de ese día, se llevo mi paciencia, mi fe. Abro y cierro los ojos, voy de regreso a casa.
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Le escribimos a los muertos Sabía que lo que había era temporal, era algo que se llevaría el viento, una choza de paja y el tiempo el aliento feroz del lobo del destino. Sabía que el final sería desgarrador, las nubes grises se posarían de nuevo sobre la loma de los recuerdos felices. Lo sabía, sabía que hablarle al odio era hablarle a un muerto, a un futuro muerto. Porque… ¿qué pasa con aquellos que nos hieren y se marchan? Se mueren. Y sus recuerdos se pudren en nuestras memorias; de vez en cuando la veladora de la nostalgia nos devuelve una sonrisa. A veces la miserable sensación de haber sido abatido, en el duelo entre nuestro corazón y el olvido, nos da esperanza. Sé de antemano que es probable que cuando me llama, que cuando me escribe, también le escribe y le llama, a un muerto.

Caminos

Ella se preguntaba cómo sería el cielo sin la contaminación lumínica de las luces de la ciudad. Ese naranja amarillento que golpea las nubes con suavidad y que impide ver las estrellas. Antes los ancestros podían distinguir la Vía Láctea sin problemas, o al menos eso es lo que dicen los libros. Él contemplaba la playa pacífica, brillante, con los sonidos que a veces sólo conocen por el foley de los documentales. Sus caminos distaban mucho de cruzarse, pero ya saben que la ley de Murphy aplica en todos los niveles, lo que puede pasar va a pasar.
El abismo oscuro de mis recuerdos hechos polvo por las aguas del tiempo ríos que fluyen más allá del mar de llanto migajas de pan envejecido por las nubes de sus temores, contemplando las avispas de su dolor, aguijones y cascarones de palabras negras perdigones dentro de los pavos del amor, pechos rellenos de rencores sordos alientos mezquinos que no comparten su riqueza la maldad postrada como oveja bajo el mesías del mal humor.

A las dos de la tarde

Imagino cómo será imagino un rostro sin nombre tirado sobre la banqueta en mis manos la rabia y la cólera sangre de mis miedos, sangre de su culpa truenos en la boca, llovizna púrpura el alba cubre mis pies. El fin le llega, me llega, me aparto y huyo no puedo seguir ahí  inmundicia encharcada siento las miradas de las almas temerosas, siento que debí contener el río de furia. Cierro y abro los ojos, el espejismo una realidad paralela la realidad rota se volca en llanto. Ese día un rostro sin nombre una mirada al vacío arrastra la alegría se llevó mi paciencia, mi fe. Abro y cierro los ojos                      regreso a casa.

Caminos

Caminos Ella se preguntaba como sería el cielo sin la contaminación lumínica de las luces de la ciudad; ese naranja amarillento que golpea las nubes con suavidad y que impide ver las estrellas. Antes los ancestros podían distinguir la Vía Láctea sin problemas, o al menos eso es lo que dicen los libros de historia. Él contemplaba la playa, pacifica, brillante, con los sonidos que a veces solo conocen por el foley de los documentales. Sus caminos distaban mucho de cruzarse, pero ya saben que la ley de Murphy aplica en todos los niveles, "lo que puede pasar" va a pasar.

La sombra

Era de madrugada. Sólo estábamos el perro de mi abuela y yo. Llevaba varias noches trabajando en los proyectos finales de la universidad. Esa semana me dormí entre las 3 y 4 de la mañana y despertaba a las 5 para bañarme y salir de casa. Llevaba varios días durmiendo muy poco pero no me sentía cansado, sólo mareado de vez en cuando. Esa madrugada trabajaba en un modelado en 3D y el perro me hacía compañía. De pronto la luz de la habitación se tapó por completo, pensé que había sido un bajón de luz hasta que me di cuenta que la PC seguía funcionando y cuando volteé para mirar al perro, él ya corría asustado hacia las escaleras. Apagué la computadora y subí a dormir.